El inimitable Jeeves by P. G. Wodehouse

El inimitable Jeeves by P. G. Wodehouse

autor:P. G. Wodehouse [Wodehouse, P. G.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Humor
editor: ePubLibre
publicado: 1923-01-01T05:00:00+00:00


Capítulo XIII

La carrera del «Gran Sermón».

Por lo general, observo que después del Goodwood me siento un poco intranquilo. No soy muy aficionado a los pájaros, los árboles y los grandes espacios abiertos, pero no cabe duda de que Londres no presenta su mejor aspecto en agosto y que más bien tiende a fastidiarme y a hacerme pensar en ir al campo hasta que las cosas hayan vuelto a animarse un poco. Londres, un par de semanas después del espectacular final del joven Bingo que acabo de contarles, estaba vacío y olía a asfalto en ebullición. Todos mis amigotes estaban fuera y la mayoría de los teatros se hallaban cerrados.

Hacía un calor infernal. Una noche, mientras estaba sentado en mi apartamento intentando acumular la energía suficiente para irme a acostar, comprendí que no podía aguantar más; y cuando Jeeves entró con líquidos vigorizadores en una bandeja, le expuse el asunto sin remilgos.

—Jeeves —dije, secándome la frente y boqueando como un pez dorado fuera del agua—, hace un calor bestial.

—El tiempo es opresivo, señor.

—Que no sea todo sifón, Jeeves.

—No, señor.

—Creo que estamos un poco hastiados de la metrópoli y necesitamos un cambio. Despleguemos velas, Jeeves, ¿qué le parece?

—Es una excelente idea. Y hay una carta sobre la chimenea.

—¡Por Júpiter, Jeeves, eso ha sido prácticamente un verso! Rimaba, ¿lo ha notado? —Me trajo la carta y la abrí—. Oiga, esto es extraordinario.

—¿Señor?

—¿Conoce usted Twing Hall?

—Sí, señor.

—Bueno, míster Little está allí.

—¿De veras, señor?

—En carne y hueso. Tuvo que aceptar otro de esos empleos de preceptor.

Después del espantoso embrollo de Goodwood, cuando el joven Bingo Little, un hombre acabado, me había pedido prestadas diez libras desapareciendo luego silenciosamente en lo desconocido, anduve por todas partes preguntando a nuestros amigos comunes si tenían noticias de él, pero nadie sabía nada. Y ahora resultaba que había estado en Twing Hall. Curioso. Y les diré por qué fue curioso. Twing Hall pertenece al viejo lord Wickhammersley, gran amigo de mi padre cuando éste vivía, y yo tengo una invitación permanente para ir allí cuando quiera. Generalmente lo hago durante el verano y me quedo durante una o dos semanas; y estaba precisamente pensando en ir allí, antes de leer la carta.

—Y además, Jeeves, mi primo Claude y mi primo Eustace…, ¿los recuerda?

—Perfectamente, señor.

—Bueno, también están allí preparando no sé qué examen con el vicario. Yo mismo me preparaba antaño con él. Le conocen por todas partes como un entendedor muy capacitado para los que tienen un intelecto bastante débil. Bueno, cuando le digo que me hizo aprobar con Smalls, comprenderá usted que es un hacha. Eso es lo que yo llamo una cosa extraordinaria.

Volví a leer la carta. Era de Eustace. Claude y Eustace son gemelos y más o menos generalmente se les considera como la maldición de la raza humana.



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